martes, 17 de abril de 2012

7. Volvemos a encontrarnos


Ni llueve ni hace frío. Ha salido un día precioso. Son las 8:30 de la mañana, el sol ya ha salido aunque el estar rodeado de edificios hace que ningún rayo llegue directamente a la calzada, todavía húmeda por el camión de la limpieza. En el andén del metro no hay indicios sobre la superficie. Aquí todo está igual que siempre. Alzo la vista y miro el panel informativo. Hoy es viernes. Lo que quiere decir que esta noche volveremos al club de jazz y podré hablar al fin con Iris.

"Infinito", Félix García

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-Buenos días Julia, bonito día ¿no? -saludo con una sonrisa.
-Buenos d-d-d... ¿cómo? -pregunta levantando una ceja. -Creo que es la primera vez que me dices eso.
-¡Si te saludo cada día!
-Pero nunca habías pasado del “Buenos días Julia” y hoy, de repente esto. ¿Se puede saber por qué motivo? -pregunta entre risas dejando ver que no se lo ha tomado a mal.
-Nada en especial, no sé, hoy ha salido el sol ¿no?
-Sí. -asiente con la cabeza.
-La temperatura es agradable ¿no?
-Sí. -vuelve a asentir.
-Hoy es viernes ¿no?
-Sí, pero en verano no hiciste referencia alguna al tiempo aunque fuera viernes.
-Supongo que será que me he levantado de buen humor. Ahora te tengo que dejar que he de ir a hablar con Juan, que pases un buen día.
-No creo que puedas, tiene una reunión.
-¡Espero encontrarle antes!

-¡Juan! ¡Espera!

domingo, 8 de abril de 2012

6. Vuelta a empezar


Regreso a mi sitio con una nueva adquisición en mis manos que espero me sirva de utilidad. Es un libro sobre la arquitectura gótica del siglo XII, justo lo que necesitaba para retocar la presentación que tengo que exponer mañana. Tengo suerte de tener esta biblioteca tan cerca de casa. Resulta irónico el darse cuenta de que hay miles de rostros que me resultan familiares ya que estoy acostumbrado a verlos cada vez que vengo aquí y sin embargo, no conozco a ninguna de estas personas. No puedo evitar preguntarme, ¿son felices? ¿O tan solo ocultan sus pensamientos tras un “Buenas tardes” y una leve sonrisa? Algunos fingen para llegar a ser felices, o a lo que creen que es la felicidad. Otros, sin embargo, viven una vida sin tapujos, como ellos quieren. Estos sí que pueden sentirse bien con lo que tienen. En mi caso, no lo sé, cada día actúo de forma diferente, soy predecible a la par que imprevisible. Paradojas de la vida.

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Ya es la hora de cerrar, debo marcharme. Estoy conforme con la información que he podido recabar y además, he salido y he tomado el aire. Una tarde completa. Me levanto, meto la silla y veo como la bibliotecaria se dirige al ascensor y sube. Tendré que subir a pie a la última planta a dejar el libro que tomé prestado. Al guardarlo me doy cuenta de que tengo los cordones de las zapatillas desatados. Una vez atados, comienzo a bajar pero cuando llego al último escalón, todas las luces, menos una, se apagan. La de emergencia sigue encendida, justamente sobre la puerta de salida. Bajo ella, está la bibliotecaria  cerrando la puerta. Mi primer impulso es de correr hacia la salida gritándole que pare.

-¡Oye! -la chica se sobresalta.