Regreso a mi sitio con una nueva adquisición en mis manos que
espero me sirva de utilidad. Es un libro sobre la arquitectura gótica del siglo
XII, justo lo que necesitaba para retocar la presentación que tengo que exponer
mañana. Tengo suerte de tener esta biblioteca tan cerca de casa. Resulta
irónico el darse cuenta de que hay miles de rostros que me resultan familiares
ya que estoy acostumbrado a verlos cada vez que vengo aquí y sin embargo, no
conozco a ninguna de estas personas. No puedo evitar preguntarme, ¿son felices?
¿O tan solo ocultan sus pensamientos tras un “Buenas tardes” y una leve sonrisa?
Algunos fingen para llegar a ser felices, o a lo que creen que es la felicidad.
Otros, sin embargo, viven una vida sin tapujos, como ellos quieren. Estos sí
que pueden sentirse bien con lo que tienen. En mi caso, no lo sé, cada día
actúo de forma diferente, soy predecible a la par que imprevisible. Paradojas
de la vida.
* * *
Ya es la hora de cerrar, debo
marcharme. Estoy conforme con la información que he podido recabar y además, he
salido y he tomado el aire. Una tarde completa. Me levanto, meto la silla y veo
como la bibliotecaria se dirige al ascensor y sube. Tendré que subir a pie a la
última planta a dejar el libro que tomé prestado. Al guardarlo me doy cuenta de
que tengo los cordones de las zapatillas desatados. Una vez atados, comienzo a
bajar pero cuando llego al último escalón, todas las luces, menos una, se
apagan. La de emergencia sigue encendida, justamente sobre la puerta de salida.
Bajo ella, está la bibliotecaria cerrando
la puerta. Mi primer impulso es de correr hacia la salida gritándole que pare.
-Pero...¿Qué haces ahí dentro? -pregunta
ella asustada y sorprendida a la vez.
-Subí a dejar un libro cuando tu
entraste en el ascensor. -me explico.
-Oh, lo siento, bajé piso por piso
en el ascensor comprobando que la biblioteca estuviera vacía. No pensé que
alguien subiría por las escaleras -se lamenta.
-Tranquila, lo importante es que he
podido salir, imagínate que me hubiese
quedado dentro, no llevo móvil y las luces estarían apagadas, ¡no podría ni
haberme quedado leyendo! -digo entre risas.
-Lo lamento mucho de verdad, hace poco que trabajo aquí y
todavía cometo algunos errores. -confiesa mientras se sonroja.- Es un alivio que no te haya sentado mal.
-Tampoco me habría
supuesto un suplicio quedarme aquí. Hay una tranquilidad que en mi casa no
existe.
-¿Muchas mascotas?
-Para ser exactos, vecinos con niños que no dejan de gritar,
algo parecido. -Digo con una sonrisa al
darme cuenta de que podría ser un comentario ofensivo.
-Te entiendo, yo también sufro de vecindad. En el piso de
arriba viven dos chicas que hacen bastante ruido. No nos llevamos muy bien que
digamos.
-Qué mal, eso de estar incómoda en tu propia casa debe de ser
estresante.
-Bueno, se sobrelleva, pero tal vez con el tiempo se arregle
algo. Con tus vecinos pasará lo mismo, crecerán y no gritarán ni llorarán
tanto.
-Eso espero por el bien de mi cabeza. En fin, ha sido un
placer pero debo marcharme antes de que cierren el supermercado o me quedaré
sin cena.
-Claro, yo también debería marcharme, ¡hasta la próxima!

lo has cambiado mucho¿?¿? yo recuerdo haber leido más en el borrador...
ResponderEliminarme lo he imaginado a lo pelicula hollyboodiense!!! ais! q bonito es el amor!!!!
Me decidí por ceñirme al guión ya establecido en vez de guiarme por tus fantasías jajaja. En el próximo capítulo hay bastantes novedades y cosas interesantes, dentro de poco lo subiré!
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