viernes, 18 de mayo de 2012

8. Casi medianoche


El concierto está a punto de terminar. No sé si Iris ya ha advertido mi presencia pero yo no dejo de mirarla. Últimos segundos, la música va poco a poco disminuyendo su volumen, la frecuencia cardíaca se relaja. Cada vez es más difícil continuar escuchando hasta que al fin, se hace el silencio. El público comienza a aplaudir, ensordeciendo la sala y el grupo desaparece tras la cortina. Me levanto y me acerco a la puerta del backstage para esperar a Iris. A los 10 minutos aparece ella, ya cambiada. Esta vez no lleva vestido, sino una falda corta con volantes de color negra y una camiseta de tirantes de color blanco.

-Buena actuación. -digo yo con una sonrisa.
-¡Leo! ¡Has venido! -dice ella mientras se acerca.


-Claro, te dije que aquí estaría.
-Es cierto, pero como Raquel me dijo que no pensaban venir hoy, no te esperaba para nada.
-Lo sé, me enteré esta mañana, pero como ya te lo había dicho, no podía faltar.
-Oh eres un encanto. -dice ella mientras nos saludamos con dos besos. -¿Te importa si salimos fuera? Me duele un poco la cabeza y necesito aire fresco.

Sonríe y salimos del local. Ahora la calle está mucho más oscura. Son las 00:20 de la noche o madrugada, como quieras llamarle, y ha refrescado un poco.

"Luces", Félix García


-Mucho mejor. -dice sonriendo.
-La verdad es que sí.
-¿Te has aclarado para venir?
-Oh sí, Juan me dio una tarjeta del local y no me costó encontrarlo. Pero he de reconocer que lo busqué en Internet antes de venir.
-Y ¿cómo has venido, en taxi? -pregunta ella.
-Que va, he sacado mi vieja moto del garaje y he aparcado cerca de aquí, al lado del teatro. -señalo el final de la calle.
-Ajá, entonces, demos un paseo hacia allí. Después de estar tanto de pie y con la tensión de sujetar el saxofón, necesito estirar las piernas.
-Claro, no hay problema. ¿Pesa mucho?
-No es que pese pero con la luz de los focos te sudan las manos y entonces se hace un poco difícil sujetarlo para tocar bien.
-Pese a ello, debo decir que lo haces muy bien. -simulo quitarme un sombrero como signo de admiración. -¿Cuándo empezaste a tocar?
-A los 10 años. -dice con una sonrisa. -Mi padre me lo compró para mi cumpleaños y me apuntó al conservatorio. Cuando estudié en la universidad lo dejé, pero al poco tiempo lo volví a coger.
-¿Qué estudiabas? -pregunto intrigado.
-Fotografía.
-Ahora que lo dices, te he visto haciéndole fotos al grupo que ha actuado antes que el vuestro.
-Sí, es para un álbum de música que estoy haciendo. Te lo enseñaré cuando esté terminado.

Tras unas pocas manzanas más llegamos al aparcamiento.

-Aquí es, ya hemos llegado. -digo señalando mi moto.
-Bien, pues creo que iré a buscar a un taxi.
-¿Un taxi ahora?
-Claro, no puedo volver de otra forma.
-¿Quieres que te lleve? -pregunto ofreciéndole un casco.
-No, no quiero causar molestia.
-¿Tú crees que lo haces? ¡Anda sube!

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