Salgo del tren, llevo la bufanda en el cuello y el
periódico en la mano. Empiezo a oír el ruido de los coches y huelo a humedad. Una
vez en la superficie, noto como las gotas de lluvia golpean mi cabeza en lo que
tardo en abrir el paraguas. Disfruto del sonido que generan al arremeter contra
él haciendo que no piense en nada más. Tras un breve paseo llego al estudio.
-Buenos días Julia. -saludo a la secretaria.
-Buenos días Leo. -responde ella sin levantar la vista del
ordenador.
Me dirijo hacia mi despacho y por el pasillo me encuentro
con Juan.
-¡Leo! Te estaba esperando, ¿tienes algo que hacer esta noche
o piensas pasar la noche en casa? -pregunta con aire misterioso.
-Pues no tenía nada pensado, descansar en casa y poco más.
-Entonces está decidido, te vienes con nosotros. -afirma
muy convencido de si mismo.
-¿Pero cuál es el plan?
-Teníamos pensado ir a un pub cerca del ayuntamiento, una
amiga de Raquel toca ahí.
-¿Teníamos?
-Vienen Raquel, unos amigos suyos y algunos de los que
estaban en mi cumpleaños la semana pasada. Paso a recogerte a las 10. -dice
mientras entra en su despacho y cierra con la puerta con pestillo, ineludible,
como siempre.
* *
*
-Ding, dong.
Ahí está Juan. Después de una dura semana de trabajo,
siempre cuesta cambiar el chip de la rutina. Había sacado las converse rojas
del armario y unos vaqueros oscuros. Saqué del armario una camisa, una camiseta blanca de manga corta y una cazadora de cuero. Salgo al recibidor y le abro la puerta. Nos
damos la mano y empezamos el camino hacia su coche, Raquel ha venido con él, ya
llevan casi 4 años juntos. Enciende el motor y nos ponemos en marcha.
Entramos en el local. Nunca había visto nada por el
estilo. Las paredes son de un azul muy oscuro, con unas luces bastante débiles
que consiguen darle un toque acogedor. Es un sitio muy amplio, lleno de
pequeñas mesas redondas de madera. Al fondo se halla un escenario donde una
banda de jazz toca una canción lenta, con un ritmo relajante. Nos adentramos
por el pasillo central, iluminado con luces naranjas como si fueran las
escaleras de un cine y por la tercera fila de mesas, Raquel ve a una amiga
suya. Son seis, saludo a los que ya conocía y me presento al resto. Me quito la
chaqueta y tras arremangarme las mangas, me siento al lado de Juan. Tras un
poco de conversación con el grupo, empiezo a abstraerme un poco. Fijo mis ojos
y mis oídos en la banda del escenario. Al final del todo hay un hombre de pelo
corto tocando la batería. El ritmo es bastante regular por lo que está un poco
aburrido. A su izquierda está tocando el pianista, con una melodía sutil pero
sencilla. En el otro extremo hay una chica que está tocando el saxofón y
encabezando la banda, otra chica, con el pelo más corto que la anterior,
muestra al público su suave voz.
-¿No vas a pedir nada? Te veo muy callado, ¿te encuentras
bien? -me pregunta Juan.
-Sí, estaba mirando la banda, tocan muy bien.
-No está nada mal, nosotros solemos venir aquí dos o tres
veces al mes.
-¿Tanto te gusta el jazz? -pregunto extrañado.
-No es eso, ahora lo verás. -contesta al mismo tiempo que
la gente comienza a aplaudir para despedir a la banda, que desaparece tras la
cortina.
-Está bien...mientras tanto, pediré un capuccino.
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