Dejo el capuccino en la mesa y levanto la vista. La chica
que antes estaba tocando el saxofón está ahora bajo el escenario. Es una chica
delgada, alta, con el cabello castaño, ondulado que deja ver unos increíbles
ojos verdes. Tiene una nariz recta y unos labios finos. Se ha cambiado de ropa,
lleva un vestido gris con lentejuelas, abierto por la espalda que muestra un
poco el escote. A cada paso que da siento que viene hacia mí. Me pongo
nervioso, la punta de mi pie se alza y vuelve al suelo rápidamente. Estamos
apenas a tres metros, ...dos, ...uno...
-¡Iris! Me ha encantado vuestra actuación, cada vez lo hacéis
mejor.
-Me alegro de que te guste, gracias por el cumplido, es lo
que tiene no parar de ensayar. -exclama mientras se ríe un poco.
-Hola, buenas, hey! -saluda el grupo a Iris.
-Hola chicos, ¿cómo va? ¡Juan! Dos besos, ¿no?
-Jajaja, por supuesto Iris. -dice al tiempo que se levanta
y le da los dos besos. -Por cierto, te presento a Leo.
Me mira a los ojos mientras me levanto con torpeza, llevo
mi mano izquierda hasta su cintura y me acerco
para darle sus dos besos.
-Encantado. -exclamo.
-Lo mismo digo. -responde ella mostrando su sonrisa.
Se sienta en la silla que estaba vacía. Todo el mundo está
pendiente de ella. Es el centro de atención. Inmerso en mis pensamientos
recuerdo a Iris, la chica que llamó a mi casa la otra noche. ¿Sería ella?
Empiezo a pensar en ello y me pica la curiosidad. No quiero preguntarlo a
descaro, no quiero parecer pesado al minuto de conocernos. Necesito un respiro.
-Disculpad, voy al servicio un momento. -me despido del grupo.
-Disculpad, voy al servicio un momento. -me despido del grupo.
Llego al baño, decorado del mismo estilo que la sala
anterior, abro el grifo y sumerjo mis manos en el chorro de agua. Me froto los
ojos y me seco la cara con un pañuelo. Al guardarlo noto algo en el bolsillo.
Investigo y saco un papel en el que sale el nombre de Iris y su número de
teléfono. ¡Ya lo tengo! Regreso a la mesa y me siento mientras Iris sigue
contando su historia. Saco el móvil y marco el número esperando ver como ella
se levantaba y sacaba el suyo. Empieza a dar tono. Pero ella no se inmuta.
-¿Sí? -se oye al otro lado del auricular.
Cuelgo decepcionado. No es ella. La conversación dura un
poco más pero al ser tan tarde, poco a poco la gente se va despidiendo hasta
que nos toca a nosotros. Oigo cómo Raquel se despide de Iris diciéndole que
volverán a verla otro día. Yo me limito a volver a darle dos besos y mi mejor
sonrisa, diciéndole que ha sido un placer. Una vez salimos del local, la noche
nos golpea con su más intenso frío haciendo que nos apresuremos hacia el coche.
-Parece
que te ha gustado mucho, ¿querrás venir la próxima vez? -me pregunta Juan.
- Estaré encantado.

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